EL UNIVERSO INTERIOR: MORADA DE JESUCRISTO – PENSAMIENTOS

Querido hermano/hermana en la fe,
Hoy te invito a reflexionar sobre el asombroso misterio de la presencia de Jesucristo en nuestros corazones. Aunque el universo en sí mismo es vasto y asombroso, existe un tesoro aún más grande y maravilloso que reside en nuestro interior: la morada del Espíritu Santo.
Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador personal, experimentamos una transformación profunda. El Espíritu Santo, el mismo Espíritu que resucitó a Jesús de entre los muertos, viene a vivir en nosotros. Nuestro ser se convierte en su morada sagrada, y somos unidos de manera íntima con nuestro Creador.
En medio de la inmensidad del cosmos, Dios ha decidido habitar en nuestros corazones. Él no se limita por las dimensiones del universo físico, sino que trasciende el tiempo y el espacio para estar presente en cada uno de nosotros. Su presencia en nuestro interior nos llena de poder, amor y una paz incomprensible.
Cuando consideramos esto, nos damos cuenta de que toda la grandeza del universo palidece en comparación con la gloria de tener a Jesucristo morando en nosotros. La vastedad del cosmos puede asombrarnos, pero no se compara con la maravilla de tener al Creador del universo habitando en nuestro ser.
La presencia de Jesucristo en nosotros nos transforma de adentro hacia afuera. Nos capacita para amar incondicionalmente, perdonar libremente y vivir en obediencia a su Palabra. Su Espíritu nos guía, consuela y fortalece en cada paso de nuestro caminar. No hay límites ni barreras para su amor y poder manifestados en nuestras vidas.
Así como el universo es vasto y expansivo, nuestro potencial en Cristo es infinito. Él nos invita a explorar las profundidades de su gracia y a vivir en plenitud de vida. A medida que nos sumergimos en su presencia y permitimos que su Espíritu obre en nosotros, descubrimos que no hay límites para lo que Dios puede hacer a través de nosotros.
Querido hermano/hermana, hoy te animo a maravillarte con la verdad de que Jesucristo, el Rey de reyes, ha hecho su morada en ti. No importa cuán pequeño o insignificante puedas sentirte en medio de la vastedad del universo, recuerda que en tu interior habita el más grande de todos los tesoros.
Que tu vida sea una manifestación de la gloria de Dios que mora en ti. Que su presencia te llene de gozo, esperanza y propósito. Y que en cada momento de tu existencia, recuerdes que todo el universo es pequeñito comparado con el amor y la grandeza de aquel que habita en ti.
Que Dios te bendiga abundantemente mientras sigues creciendo en su gracia y descubriendo la inmensidad de su amor en tu interior.
En el nombre de Jesús,