Hoy quiero hablar contigo sobre un don muy especial que Dios nos ha dado: el don de servicio. En la Biblia, encontramos muchos ejemplos de personas que sirvieron a Dios y a los demás de manera desinteresada y generosa, y este es un llamado que también se nos hace a nosotros como cristianos.

El apóstol Pablo escribió en Romanos 12:6-8: «Tenemos diferentes dones, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es profetizar, que lo use en proporción con su fe; si es servir, que sirva; si es enseñar, que enseñe; si es animar a otros, que los anime; si es dar, que dé con generosidad; si es dirigir, que dirija con celo; si es mostrar compasión, que lo haga con alegría».

El don de servicio implica poner nuestras habilidades y talentos al servicio de los demás, sin esperar nada a cambio. Jesús mismo nos dio el ejemplo de lo que es el servicio cuando lavó los pies de sus discípulos en la última cena. Él dijo: «Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies los unos a los otros» Juan 13:14.

En la vida cotidiana, podemos mostrar el don de servicio de muchas maneras, como ayudando a un vecino con una tarea, sirviendo en la iglesia, visitando a alguien enfermo o necesitado, o simplemente escuchando y apoyando a alguien que necesita un amigo. Cada pequeño acto de servicio puede hacer una gran diferencia en la vida de alguien.

En resumen, el don de servicio es una bendición que podemos compartir con los demás. Al igual que los otros dones, no debemos compararnos con los demás ni sentirnos superiores o inferiores a ellos, sino usar nuestros talentos de manera humilde y generosa, para honrar a Dios y ayudar a los demás.

Que el Señor nos conceda la gracia de ser verdaderos siervos en su obra, y que podamos servir con amor y alegría, en todo momento y en todo lugar.

Amén.